Pasar al contenido principal

En primera persona: Cáncer de Mama

Este es el testimonio de Irene Marcet quien padeció un cáncer de mama del que salió fortalecida y con un nuevo propósito: celebrar la vida. Hoy nos cuenta cómo fue el antes y el después de sufrir esta enfermedad

El cáncer es una enfermedad que sigue siendo muy difícil de nombrar, de aceptar, de no vincular sí o sí con la muerte, por eso nada mejor que los testimonios de vida, de voces que ayuden a detectarlo a tiempo y a enfrentarlo como a un nuevo comienzo.

Haciéndose eco de estas voces tan necesarias, Irene Marcet* cuenta cómo cambió su vida desde que le detectaron cáncer de mama luego de hacerse una mamografía de rutina, y cómo salió adelante fortalecida y valorando cada momento de disfrute: 

 

» El diagnóstico o “cómo se me vino el mundo encima”    

El día que me entregaron los resultados de la biopsia no pude esperar a ver al médico y los abrí ni bien salí del laboratorio, ahí mismo, en la vereda. Cuando leí de entre muchas palabras el término carcinoma, sentí que se me venía el mundo encima, me enojé mucho, pensé que me moría al día siguiente, me pregunté “¿por qué a mi si cada año me hago la mamografía, si siempre fui tan prolija con todos los estudios?” -porque equivocada, claro, creía que por hacerme los estudios nunca me iba a tocar-.

Después de ese, el momento más duro fue cuando me dijeron que me tenían que hacer una masectomía radical debido al tamaño de lo que habían encontrado. Asustada, preocupada, tratando de hacerme a la idea de lo que me estaba pasando, seguí consultando con otros médicos hasta que un mastólogo encontró un error en la biopsia: si bien era un cáncer, no era tan grande. Para mi alivio, la noche anterior a la operación me llamó diciéndome que no era necesario hacerme una masectomía y que me iban a hacer una cirugía mucho menor.  

Cirugía, quimio, rayos, caída de pelo de por medio, descubrí que esta enfermedad fue un antes y un después en mi vida. Que esas microcalcificaciones agrupadas que me encontraron tuvieron un efecto más allá de lo físico.


Marido, hijas, nietos, hermanos, amigas: la contención de ellos fue todo

Como yo, en mi familia quedaron shockeados cuando se enteraron que tenía cáncer de mama, pero me acompañaron durante todo el proceso y fueron todo para mí. Claro que no es fácil para nadie, pero es posible salir adelante juntos.

Una de las historias que siempre cuento para que otras mujeres que están pasando por esto comprendan que también puede ser muy difícil para sus parejas, y que en momentos como este no hay que tomar ninguna decisión trascendental, es lo que me pasó con mi marido: por momentos no quería que me mirara y cuando lo hacía pensaba “claro, me mira porque estoy horrible, pelada, ojerosa por la quimio”, pero si no me miraba decía “claro, es porque no le importo, no le interesa nada de lo que me está pasando”. En ese momento lo quería matar! Pero después me di cuenta que no era su culpa, que él, así como yo, hacía lo que podía, como podía.

Otra de las cosas que aprendí en este trance fue que uno a veces le atribuye a los hechos una gravedad desmedida, despojándolos de toda simpleza y naturalidad, y esto me lo enseñó, sin darse cuenta, uno de mis nietos -que en ese momento tenía 3 años-. Me acuerdo que era un día de mucho calor en el que estaba con mis hijas y mis nietos, yo no quería que el más chiquito me viera sin peluca, que descubriera que estaba pelada, pensaba que iba a ser terrible para él, que se iba a asustar, pero estaba tan acalorada que mis hijas terminaron convenciéndome de que me sacara la peluca y me pusiera un sombrerito; para que pasara desapercibida, ellas también se pusieron uno. En eso pasó mi nieto, vio la peluca sobre mi cartera, la tocó y dijo “el pelo de la abuela”, y siguió jugando como si nada. En ese momento me di cuenta de que para él era lo mismo que mi pelo estuviera sobre la cartera o sobre mi cabeza, nada más simple. Este es uno de los recuerdos que voy a atesorar toda mi vida...


Un nuevo comienzo

Darme cuenta de que hubo un antes y un después de mi experiencia con el cáncer fue otro de mis aprendizajes. Antes de que me lo diagnosticaran era muy autoexigente, me esforzaba sobremanera para que todo estuviera perfecto y no me daba cuenta de que a veces dejaba de lado cosas importantes para mí.

Soy esposa, mamá y abuela, profesora de Bellas Artes, doy clases en dos colegios y tengo mi propio taller de arte, entre todo dejaba de lado uno de mis mayores placeres: pintar. Ahora me hago el espacio, me doy esos permisos para hacerlo y disfrutarlo plenamente, ¡hasta gané un premio con mi obra “Microcalcificaciones agrupadas”! Y cuando mis nietos me piden que juegue con ellos o me invitan a ver una película, dejo de lado lo que estoy haciendo y pongo todo el alma en ese momento, sin culpa alguna. De eso se trata la vida, de aprender a disfrutar, de permitirse más espacios para eso que te da tanto placer.

Para terminar con mi testimonio, quisiera dejarles un consejo desde mi experiencia: cuídense, háganse la mamografía, el autoexamen de mamas que es muy sencillo, no dejen de consultar al médico si notan algo raro y no se desanimen, es posible superar un cáncer y salir adelante fortalecida.

Irene Marcet*Irene Marcet es presidenta del Movimiento Ayuda Cáncer de Mama (MACMA), una organización sin fines de lucro formada por mujeres que padecieron cáncer de mama, acompañadas por un equipo de profesionales de la salud, que brindan contención y acompañamiento a mujeres que sufren de esta enfermedad y a sus familiares. www.macma.org