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¿Sufrís el Síndrome de Estrés Post Vacacional?

Conocé las características y la forma de evitar este malestar que suele aparecer cuando hacemos las valijas para dejar el destino de veraneo y volver a casa.

Los últimos días de las vacaciones y/o los primeros al volver a la rutina laboral suelen ser difíciles y, de hecho, muy parecidos a un día domingo: pueden aparecer sentimientos de tristeza y angustia por la etapa de descanso que se termina y por lo que significa volver al ruedo en el trabajo y en las ocupaciones cotidianas. Y esto sucede tan frecuentemente que ya recibe, informalmente, el nombre de “Síndrome de Estrés Post Vacacional” (SEPV).


En vacaciones, nadie extraña el despertador


A la “no rutina” de las vacaciones es fácil acostumbrarse: levantarse y acostarse  a la hora que uno lo desea, resolver la comida sin que haga falta mucha anticipación –y, por lo general, con permisos más amplios a la hora de elegir el menú-, no estar pendientes del celular, los mails, la plancha, el lavarropas y las compras; vivir en malla y ojotas, disfrutar del tiempo libre… Por eso, cuando hay que volver a calzarse los tacos y poner pie en la oficina, es lógico sentir el cimbronazo.

Además, si uno sabe que al regresar hay que pagar una montaña de cuentas o que espera una decisión importante a nivel laboral o de pareja, pueden aparecer algunos (o todos) los síntomas del SEPV: melancolía, tristeza, desgano, angustia, dolores de cabeza, insomnio, etc.

Y si al final de las vacaciones se le suma un regreso a casa en avión desde un destino lejano, a todos los síntomas hay que sumarle los propios del “jet lag”: el desequilibrio que produce la diferencia entre el reloj interno que controla las horas de sueño y vigilia con respecto al nuevo horario que se establece al llegar a destino después de muchas horas en el aire. Esto puede producir un gran cansancio, vómitos, diarrea, dolor de cabeza, dificultad para conciliar el sueño y pensar con claridad, etc.

El cuerpo habla de alguna manera, con lo cual hay que estar alertas porque si volver a trabajar genera un cuadro con síntomas muy exacerbados puede haber un ingrediente que va más allá del hecho de terminar las vacaciones y lo más recomendable es hacer una consulta con un profesional para recibir orientación.


¿Cómo evitar el SEPV?

Para que el fin de las vacaciones no sea tan traumático, los especialistas sugieren no agotar todos los días en el viaje y organizarse para tener uno o dos días en casa antes de reincorporarse al trabajo. Esto permite poner en funcionamiento ciertas cuestiones de la vida cotidiana sin la presión de cumplir también con lo laboral.

Sin embargo, cada uno tiene su estilo para retomar:

Algunos prefieren el “efecto shock” y eligen incorporarse al trabajo de golpe: llegan de vacaciones un domingo y trabajan ocho horas al otro día con un régimen de agenda completa. Los más arriesgados (y, por lo general, los más jóvenes) llegan a la oficina sin dormir, con el bolso y restos de arena en las zapatillas con tal de no perder ni media hora de sus vacaciones.

Otros creen que lo más adecuado es ir gradualmente, tomarse con calma la reincorporación al trabajo y a las obligaciones y hasta trabajar menos horas los primeros días si eso es posible.

Más allá de cuál sea el estilo de cada uno, saber que van a ser un par de días en los que va a costar “ponerse en órbita” y tomarse el tiempo necesario es muy importante para no padecer el SEPV y poder ver que la vida tiene cosas lindas incluso cuando no estamos de vacaciones.



Asesoró: Lic. María Cristina Castillo, psicoanalista