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Características del niño: 4 años y 3 meses

Tu hijo de 4 años y 3 meses: La vida social de tu hijo se despliega a pasos agigantados, sobre todo si va al jardín de infantes y ya tiene una agenda de invitaciones a jugar y a cumpleaños.

La vida social de tu hijo se despliega a pasos agigantados, sobre todo si va al jardín de infantes y ya tiene una agenda de invitaciones a jugar y a cumpleaños. Aunque parezca increíble, tenés que cuidar que su desbordante energía no se transforme en una semana de jardín con talleres en el turno tarde y dos o más actividades extraescolares. Aunque no lo creas, los chicos se estresan. Ponele un límite, acotá su agenda y asegurate que le quede tiempo para jugar en casa.

Tu hijo creció y se ven cambios en muchos aspectos:
Para él, jugar ya no es algo improvisado: ahora tu hijo pone el pensamiento en función del juego y empieza a preguntar: “¿A qué jugamos? Dale que vos eras…”. Comienza a pensar la “puesta en escena” del juego y se transforma en escenógrafo, vestuarista y especialista en guiones. A veces, “armar” el juego le lleva muchísimo tiempo… y tenemos que entender que esos preparativos forman parte del juego en sí mismo.

También se transforma en “científico” y “detective” y pregunta por el origen de las cosas: le interesan los planetas, los dinosaurios, cómo se inventaron las cosas, la mitología y la religión y se hace grandes preguntas sobre lo que ve en la vida cotidiana.

A los 4 años, tu hijo es un gran clasificador: ordena sus juguetes del más grande al más pequeño, separa los autos de los camiones y, jugando, adquiere nociones que le serán útiles más adelante a la hora de aprender matemática. Se lo puede estimular a ordenar por colores, por tamaños y a encontrar opuestos. Muchos juegos didácticos apuntan a esto. También es interesante apelar al gusto por clasificar a la hora de ordenar: un cajón para los camiones y autitos y una canasta para los bloques pueden hacer atractiva la hora de levantar y acomodar, un hábito que hay que empezar a instaurar.

Las maestras jardineras aseguran que la sala de 4 es la más conflictiva y a esa edad la llaman “la adolescencia infantil”: los nenes empiezan a estar muy revolucionados, aparece el “tercero en discordia” –arman dúos y otro queda afuera-, se agreden verbalmente. Es una etapa muy rebelde. También empieza a haber una mayor competencia entre ellos.

El tiempo que pasan en el jardín y la importancia que cobran sus amiguitos hace que muchos chicos empiecen a tener juguetes o series favoritas que cambian de acuerdo al amigo preferido del momento. Esto es perfectamente normal. También aparecen las comparaciones y un día pueden pedir una tablet, ya que uno de sus compañeritos lo tiene. Explicarles que cada familia funciona según sus propias reglas y que no todos consideran que es buena o mala la misma cosa será el camino para zanjar estas cuestiones. La respuesta puede provocar un berrinche, pero ser firmes y afectuosos les mostrará el límite que tanto necesitan.

Y las reglas no sólo son necesarias, también son del agrado del niño de 4 años: cuando una regla es clara, los chicos suelen ser menos proclives a hacer excepciones que sus padres. Esto puede verse en los juegos que tienen reglas sencillas, como algunos juegos de cartas. ¡Ellos serán los primeros en señalar al que viole una regla!

No es una buena idea introducir los videojuegos –que se sabe son adictivos- antes de la primaria, cuando ya será imposible dejarlos de lado –porque aunque el niño no los tenga en su casa, muchos de sus amigos los tendrán-. Durante la etapa preescolar es preferible elegir juegos y juguetes que estimulen la creatividad.

¿A qué jugamos?
Su nivel de desarrollo ya le permite hacer construcciones complicadas; por eso, los cubos, los rastis y las maderitas para construir son materiales excelentes para ofrecerles. Para completarlos puede haber una familia de muñequitos, animales de granjas, vehículos, etc. Los mejores juguetes son los más “desestructurados”, los que dan más espacio a la imaginación, y todos los bloques para construir tienen esta característica. Un baúl repleto puede hacer las delicias de tu hijo.

Educación y estimulación