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Divorcio: cuando el conflicto entre los padres convierte a los hijos en rehenes

Un divorcio conflictivo puede derivar en el llamado Síndrome de Desvinculación Parento-filial, en el que el padre o la madre descalifica o denigra al otro progenitor, en un intento por alejarlo de su hijo.

A grandes rasgos, existen dos tipos de divorcio: viable y destructivo. En el primero, los padres no involucran al hijo o a los hijos en el conflicto conyugal y, una vez pasados los primeros momentos de la separación, logran ciertos acuerdos básicos para la crianza conjunta de los chicos. En cambio, en los divorcios destructivos sucede lo contrario.

El divorcio destructivo se caracteriza por una imposibilidad de cuidar a los hijos de manera conjunta; el niño es forzado a tomar partido por la madre o por el padre; el mero hecho de querer a un padre lo convierte automáticamente en un traidor respecto al otro (“conflicto de lealtades”) y experimenta intensos sentimientos de culpa. Además, se dificulta su libre circulación entre los hogares de ambos padres.

El contexto donde se desarrolla el divorcio destructivo es el ámbito judicial, y hay una presencia permanente de intermediarios litigantes. La pelea puede durar años y en los juzgados las hojas de los expedientes son interminables. 

En el divorcio destructivo la separación emocional de los excónyuges no se completa, los sentimientos negativos en vez de calmarse con el paso del tiempo, se intensifican. La hostilidad, el odio, la amargura y hasta los deseos de venganza aumentan y se expresan en acciones tendientes a distanciar a los hijos del otro padre, sin pensar las consecuencias que esa conducta ocasiona a los hijos.

Es en este contexto donde puede desarrollarse el conocido como Síndrome de Desvinculación Parento-filial.

¿De qué se trata este síndrome?
Es el proceso mediante el cual un progenitor -padre o madre– de forma abierta o encubierta descalifica o denigra al otro progenitor, en un intento de alejar o indisponer al hijo o los hijos en contra de ese progenitor, en el marco de un divorcio destructivo.

Hay un momento en que el hijo/a termina aliándose con uno de sus padres en pugna y su relación con el otro se deteriora. Finalmente es el mismo niño/a quien se opone al contacto con el progenitor enjuiciado y termina por separarlo de su vida. El conflicto se perpetúa con demandas judiciales y adquiere una expresión jurídico-familiar. Esta dinámica constituye una forma grave de maltrato hacia los hijos.  

El reconocimiento del síndrome de Desvinculación Parento- Filial es un tema interdisciplinario. Pero hay que ser cuidadosos con el diagnóstico, un niño puede no querer ver ni estar con uno de sus padres, por otras razones: interacciones inadecuadas en el vínculo, situaciones de negligencia o maltrato emocional y físico o abuso sexual.

¿Qué efectos presentes y futuros tiene sobre los niños?
Los niños pueden presentar síntomas de lo más variados: desde trastornos de conducta, terrores nocturnos, dificultades escolares, vómitos, insomnio, hasta conductas antisociales, incluso llegar al suicidio.

¿Qué puede hacer el padre que lo sufre?
No hay un padre víctima y otro victimario. Se trata de una conflictiva relacional grave que involucra a toda la familia e incluye al sistema legal en que se encuentra inmersa.

En definitiva, la desvinculación parental es el resultado del conflicto conyugal crónico que persiste más allá del divorcio y en el que se usa a los hijos como armas, muchas veces agravado por un enfoque litigante que involucra a abogados intervinientes y al tribunal.

En este proceso, los padres, así como los sistemas extrafamiliares, asumen diferentes modos de participación y no sería posible su desarrollo sin la involucración de todas las partes.

¿Cómo aconsejar al padre que lo está ejerciendo, tal vez sin saber lo que implica?
Por las connotaciones jurídicas que conlleva este cuadro y el altísimo nivel de las pasiones negativas que despierta, difícilmente alguien en esta situación esté dispuesto a escuchar consejos. Afortunadamente, hoy la mayoría de los Jueces de Familia están alerta sobre sus consecuencias nocivas y requieren la intervención terapéutica especializada de inmediato.  

¿Cómo fortalecer el vínculo entre padres e hijos cuando hay una separación de por medio?
La mayoría de los divorcios o separaciones no tienen el alto nivel de voltaje del divorcio destructivo. Por lo general, los padres están preocupados por cómo afectará su separación a sus hijos y solicitan una ayuda terapéutica u orientación.

La clave del divorcio sin consecuencias perjudiciales para los hijos, reside en el mantenimiento o construcción de la coparentalidad o crianza conjunta. Esta corre riesgo de quebrarse en el divorcio y constituye, precisamente, la línea divisoria entre los divorcios viables y los destructivos.

Sin embargo, no es tarea fácil criar hijos conjuntamente con quien se considera la causa de la propia desdicha, y muchas veces los padres necesitan la ayuda de un terapeuta o consejero para reorganizar la familia “binuclear” en que derivó la separación, es decir una familia con dos núcleos representados por la casa del papá y la casa de la mamá.

El ejercicio de la crianza conjunta no solo beneficia a los hijos, sino que además tiene un efecto reparador en los padres.

Mientras a los hijos no se los involucre en los conflictos y se conserve la coparentalidad, los lazos con ambos padres están asegurados.


Asesoró: Dra. Dora Davison, Médica y Terapeuta Familiar
Directora de FamiliaS21Internacional

Niños Adolescentes Psicologia, educación y familia Psicología del niño y la familia