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Vacaciones para los hijos, ¿son vacaciones para los padres?

Al estar las veinticuatro horas juntos, la demanda permanente de los hijos se siente más en tiempo de vacaciones. ¿Cómo hacer para seguir ejerciendo el rol de padres y, a la vez, descansar un poco?

Durante el período escolar, el colegio tiene una función ordenadora: levantarse, desayunar, almorzar en un horario fijo, merendar, hacer la tarea, bañarse, cenar e ir a dormir son acciones que se realizan en el marco de un encuadre planteado en función de la escuela. Aunque los chicos madruguen “bufando”, es igualmente ordenador y esto es una gran ayuda para los padres.

Sin embargo, cuando llegan las vacaciones, la familia está en contacto las veinticuatro horas: los chicos ya no comen en el colegio, no están ocupados con las tareas y todo ese tiempo libre buscan la atención de los padres… ¡que quieren descansar!

Como adultos, es importante poder ver más allá del agotamiento y valorar ese tiempo que tenemos con nuestros hijos para no dejarlos más de lo conveniente en manos de la “niñera electrónica” (computadora, televisión, jueguitos varios) y así poder descansar.

Lo mejor es organizarse, plantear una agenda de vacaciones y dedicar tiempo a jugar con los chicos, leerles cuentos, hacer paseos, pero también para que los grandes puedan leer un libro o hacer una siesta.

Lo más fácil, sobre todo cuando los hijos son chicos, es turnarse para que tanto la mamá como el papá tengan su momento de descanso, para que tanto el papá como la mamá puedan dedicarle un rato a alguna actividad que les guste, como salir a mirar vidrieras, hacer algún deporte, etc. Pero lo ideal, sin duda, es que también encuentren un momento para disfrutar juntos, y con los chicos pequeños la única manera es conseguir algo de ayuda externa: una abuela o una niñera pueden ser un buen aliado a la hora de que los adultos gocen de sus vacaciones.

Poner límites, entonces, es fundamental: límites al tiempo disponible, a las compras, a las salidas… todo se hará en su justa medida y forma, según lo dispuesto por los padres. De nada sirve llevar a los chicos a los jueguitos después de haber pasado todo el día en la playa, agotados, bostezando y mirando la hora. Es mejor decir que esa noche no se sale y estar en condiciones de compartir con ellos ese momento al otro día.

Además es importante que los adultos salgan de vacaciones organizados y con varias ideas “en la manga” para que los chicos puedan jugar solos un rato: llevar juegos de mesa, marcadores, rompecabezas y toda la batería de entretenimientos que se les ocurra será una carga extra en el equipaje pero hará más liviano el día a día. A los más grandecitos se les puede sugerir armar un diario del viaje o sacar fotos y armar el álbum en la Web.

También hay que analizar el “formato” de las vacaciones, porque “padres + hijos” no es la única fórmula posible: algunas familias eligen un destino en grupo, de modo que los chicos siempre tienen a sus amigos para jugar y los grandes pueden turnarse para cuidarlos a la noche y que a cada uno le toque alguna “noche libre” para disfrutar en pareja. Otros prefieren llevar de vacaciones a los abuelos; si la relación es lo suficientemente buena, abuelos y nietos disfrutan y, en algún momento, se puede hacer alguna actividad exclusiva para la pareja. Otra variante es buscar los destinos que ofrecen propuestas recreativas para los chicos (suelen ser más caros pero muchas familias consideran que lo que invierten de más lo ganan en tranquilidad): los chicos están entretenidos y hay momentos para compartir y otros en los que cada uno puede hacer lo que tiene ganas.

Así, buscando la intersección entre las necesidades de los padres y las de los chicos, es como los padres –que del rol de padres nunca se toman vacaciones- podrán descansar un poco en el verano.

Niños Psicología del niño y la familia

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