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La búsqueda del tesoro

Mamá se va a trabajar y papá trabaja en casa. Estas son las divertidas historias de aprendizaje de un padre y su hija*. Hoy: La búsqueda del tesoro". "

Durante el embarazo de mi esposa, siempre le erré en las "compras preventivas" contra los antojos. Casi todos los días le llevaba chocolates variados, desde los que tenían un 80% de cacao hasta los que tenían más leche que chocolate. Ella nunca quiso probar el chocolate durante esos nueve meses, aunque no sé porque, siempre me auto convencía de que esa semana iba a ser diferente...

Unos días después de cumplir sus dos años, decidí que era tiempo, de que mi hija conozca el placer de degustar el chocolate. Su gesto de amor ante esa caricia de sabor, me confirmaron que los genes de sus papilas gustativas se manifestaron del lado paterno...

Las monedas de chocolate tienen la particularidad de ser una porción adecuada, ayudan a desarrollar el movimiento fino y sirven para acompañar una gran cantidad de juegos.

Como mi hija las empezó a llamar "tesoro", un sábado temprano se me ocurrió armar una búsqueda del tesoro para que se divierta después del desayuno.

La idea era dibujar los lugares donde escondería las pistas, el problema fue que cuando veía mi dibujo de la mesa, ella empezó a revisar todas las sillas. Cuando finalmente encontró la pista que tenía la imagen de su cochecito, ella comenzó a inspeccionar sus autitos. Así que, frustrado por no tener talento para el dibujo, le escondí su premio entre las treinta piezas de su rompecabezas predilecto.

Durante su siesta, me dediqué a sacar fotos de las cosas de la casa, luego las imprimí y armé una búsqueda del tesoro que mi hija pudo disfrutar como tal. Sin la necesidad de que yo le ande explicando que había querido dibujar, a los pocos minutos mi hija encontró su moneda en el horno de su cocinita de juguete.

Al otro día, mi hija se me acerca muy contenta y me indica que quiere otra búsqueda chocolatosa. Mientras jugaba en el arenero, me dediqué a organizar todas las pistas que habían sobrado del día anterior y escondí otra moneda de chocolate en el hornito de juguete. Más tarde, cuando ella menos se lo esperaba, con una sonrisa cómplice le entrego el papel con la primera pista de la ansiada búsqueda del tesoro, que tenía impresa una imagen de su arcón de los juguetes.

Sin detenerse a mirar la pista y con una sonrisa de oreja a oreja, salió corriendo en dirección a su cocinita, abrió la puerta del horno y vuelve corriendo y gritando: ¡Tesoro, tesoro!

*Del Blog "Un día normal de un padre y su hija": Mamá se va a trabajar y papá trabaja en casa. Estas son las divertidas historias de aprendizaje de un padre y su hija.

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